miércoles, 20 de noviembre de 2013

España país de retrasados mentales


Soy español aunque haya vivido muchos años fuera de España, aunque haya vivido la mayor parte de mi vida en España en Cataluña, aunque haya nacido en Cuba, aunque me haya casado con dos americanas, aunque mi padre sea francófilo de familia catalana, a pesar mío y por mucho que quiera ser otra cosa soy español, así que no se entienda esto como un libelo difamatorio escrito por un extranjero contra los españoles.
Nací en Cuba y de ahí me llevaron a Francia y luego a España. La primera vez que pisé la península fue en Vigo, no tenía yo los cuatro años cumplidos. Recuerdo una calles bajo antiguos arcos de piedra donde vendían salazones, chorizos en manteca y toda clase de productos desconocidos para nosotros en aquel entonces, recuerdo perfectamente (como la primera vez que visité Inglaterra o EEUU) olores que nunca había olido, una mezcla de pimentón, pescado salado, col hervida, comino... no puedo exactamente definirlo. Las alpargatas que llevaban los mercaderes también me llamaron la atención. Todo aquello me gustó, pero íbamos camino a Paris donde vivimos un año y pico, luego regresamos un año a la Habana.
En la Habana teníamos una vida muy americana, íbamos al Miramar Yacht Club, al Habana Hilton, y al Ten Cents a tomar los más deliciosos "Sundays" que he probado y mi madre calzaba zapatos Florsheim que llegaban de America y en casa teníamos un precioso Oldsmobile de dos puertas azul claro con el techo negro, guardabarros cromados y tapizado con cuero beige, pero eso fue solo un año del que tengo los pocos recuerdos que tengo de Cuba.
En agosto de 1960 llegamos a España, a Barcelona a reunirnos con mi padre que había encontrado trabajo allí y alquilado un ático duplex en lo que se consideraba una de las zonas más deseables para vivir en la ciudad, Mandri - Ganduxer.
Barcelona me gustó, olvide el francés que había aprendido pero el catalán no me gustó en absoluto, me pareció desde un principio una lengua plebeya, de labriegos, malsonante e innecesaria, aunque en aquellos años a nadie se le ocurría dirigirse a nosotros sino era en español. Todos los amigos de mis padres hablaban en español con un acento que inmediatamente adopte ya que siempre detesté la manera de hablar de los cubanos. Me adapté a Barcelona tan rápido como a Paris. Yo que en aquel entonces solo tenía siete años me convertí sin darme cuenta en un, barcelonés, en un español igual que el resto de mis compañeros de colegio, hablaba igual que ellos, comía las mismas cosas... A los ocho años me encantaban los mejillones, el vino, el pan con tomate y jamón o salchichón, y a los doce comía caracoles, callos,  angulas, percebes y todo lo que me pusieran. 
Mis padres se separaron y mi padre se fue a vivir a Madrid donde pasaba yo con él los inviernos. 
Madrid me encantó y no solo me adapté de inmediato sino que de alguna manera me sentí entre los madrileños como más "en casa", me encantaba ir los domingos al Rastro con mi padre y sumergirme en una España arcaica en medio de muebles antiguos, cuadros y toda clase de cachivaches. Mi padre me compraba berenjenitas de Almagro que vendian las gitanas en unas latas enormes y después ibamos a un bar a hacer el aperitivo, banderillas de pepinillos, cebollita y pimiento, chicharrones, salpicón, gambas saladas y cerveza Mahou. La comida española me encantaba, me gustaba el cocido, el cordero al horno, el cochinillo que hacían en Segovia , las perdices, el ciervo, el Manchego, el Roncal y el Cabrales. 
La música española también me gustaba y me aficioné a la zarzuela, el flamenco y la jota pero no la sardana que siempre me olió a cura de barrio o de pueblo y a un conservadurismo provinciano que no iba conmigo. El casticismo madrileño me gustaba pero había algo en la burguesía catalana y en la que se llamó la "Gauche Divine", que en aquellos entonces fue un movimiento social y cultural muy interesante, que más adelante, cuando era yo un adolescente me atrajo especialmente. Román Gubern, Toni y Javier Miserachs, Colita, Oriol Maspons, Toni Miró, Jorge Herralde, Esther Tusquets, Jose María Carandell, Teresa Gimpera… eran catalanes pero eran españoles. Aunque si tengo que ser completamente sincero el tal "movimiento" siempre me pareció un poco superficial y autocomplaciente, pero era lo mejor que había o lo único que había. Eran los tiempos de Tuset Street, con bares exquisitamente decorados por un tal Espada (no recuerdo su nombre de pila) y el Paraiguas totalmente modernista en el barrio gótico que tambien hizo un lugar encantador y que todavía existe en la calle Valencia que se llama Les gens que j'aime,. Barcelona tenía un estilo increíble. Desde 1967 cuando yo tenía catorce años y que empecé a estudiar pintura en la escuela Massana hasta los veintinueve (1983) viví en Barcelona. 
A pesar de que el gobierno autonómico fue restituido en 1977 Barcelona no comenzó realmente a cambiar hasta 1980, cuando Pujol llegó a ser presidente de la Generalidad, entonces algo empezó a notarse, algo que fue silenciosamente convirtiendo Barcelona en una ciudad extraña para mi, no abiertamente hostil todavía pero era como si algo hubiese empezado a morir. Mi Barcelona, la Barcelona de las atracciones Apolo del Paralelo, del Barrio Chino, del Bocaccio, de la Barceloneta de los pescadores, del Barrio de Rivera, del Poble Nou con sus fabricas antiguas y su Torre de la Aguas, del Tibidabo, había empezado a convertirse en otra cosa, en algo que no me gustaba ni poco ni mucho, en una recreación artificial de una ciudad que no era en un país que no existía, en una "Catalunya" ajena a España y que jamás había existido anteriormente.
Aquello no tenía nada que ver con la reivindicación de la lengua catalana como patrimonio cultural de Cataluña, era otra cosa, era como si el resto de España hubiese desaparecido. Yo no solo no era reacio o indiferente a la cultura catalana sino que, si bien nunca hablé en catalán regularmente, lo aprendí bastante bien y lo entendía perfectamente. Me gustaban cantantes como Sisa, Serrat, Maria del Mar Bonet y Pau Riba, algunos los que llegué a conocer personalmente y casi todos mis amigos eran catalanes.
A principios de los años 80 el ayuntamiento, supongo que a instancias de Pujol, comenzó a cambiarle el nombre a las calles y ponérselo en catalán y a mi comenzaron a llamarme "Adria". Ya por aquel entonces estaba desencantado de España, la democracia estaba sirviendo para darme una medida y comprensión del país que durante el régimen de Franco era difícil tener, era demasiado tentador echarle la culpa de todo lo que éramos, no éramos, hacíamos o no hacíamos etc. En 1982 tenía decidido irme a los Estados Unidos pero mi padre que vivía en Madrid me convenció para que probara suerte allí y decidiese si realmente quería irme de España.
Gracias a mi padre Madrid me recibió muy bien, una amiga de mi padre me presto un pequeño apartamentito que tenía en la buhardilla del elegante edificio donde vivía en Puerta de Hierro, yo estaba encantado, instalé mi mesa de dibujo y salí inmediatamente a buscar trabajo en agencias de publicidad, editoriales etc. Yo tenía experiencia como diseñador gráfico, director de arte y también como ilustrador, tuve suerte, entre otros muchos trabajos me encargaron una serie de ilustraciones para carteles en una gran campaña de el metro de Madrid. En poco tiempo todas las estaciones de metro de la ciudad estaban decoradas con mis dibujos, que más podía desear... pero no era aquello lo que yo buscaba. La por entonces llamada "Movida Madrileña" me pareció una total y completa estupidez. Todavía recuerdo cuando una chica me dijo en un bar "pero tronco es que todavía no tas dao cuenta que to lo que está pasando culturalmente en el mundo está pasando en Madriz". El pasotismo, la vulgaridad y sobre todo la enorme y tremenda superficialidad que imperaba en un Madrid que se miraba el ombligo de la misma manera que lo hacían los catalanes terminó por decidirme. Pedí visa de turista en el consulado americano y en enero de 1984 partí hacia los EEUU con destino al aeropuerto Kennedy de Nueva York.
Era la segunda vez que cruzaba el Atlántico en avión, esta vez en un vuelo de la compañía Spantax que a pesar de tener tan "spantoxo" nombre fue muy agradable. En medio del Atlántico miraba por la ventanilla las nubes iluminadas por el sol con una agradable sensación de estar suspendido entre el pasado y el futuro, España quedaba atrás. Iba a un país con intenciones de quedarme ilegalmente para conseguir permiso de residencia y trabajo, llevaba muy poco dinero y no hablaba inglés. Lo único que tenía era mi determinación y mi absoluta confianza en mi mismo.
Al llegar pasé la aduana y la inspección de inmigración sin problema, iba muy bien vestido tal vez por lo que no levantara sospechas mi portafolio profesional con todas mis muestras de trabajo a las que no prestó atención el agente de inmigración. Los americanos entonces solo estaban preocupados por otro tipo de inmigración. Cuando salí del aeropuerto el frío casi me asustó, jamás había estado en un lugar a 15 o 20 grados bajo cero, me tocó uno de los inviernos más fríos en más de 20 años como después me enteré.
En Nueva York sin hablar inglés duré poco, decidí irme a Miami donde los cubanos prosperaban y donde tenía alguna familia que me contactaron bien, pronto estuve trabajando como director de arte en la mayor editorial de revistas en español de los EEUU. 
De Miami me fui a California y aprendí el inglés, luego regresé al este, a Nueva York donde monté una empresa de diseño, empecé a pintar profesionalmente, aprendí muchas cosas y conocí a muchas personas, a eso había ido.
Sigo viviendo en EEUU y me siento bien allá, pero hace unos pocos años, cuatro para ser exactos, convencí a mi mujer (que es americana) para comprar una casa en España. Hay cosas de la propia cultura que siempre se echan de menos y en teoría pasar unos meses cada año en España sonaba perfecto para mi y también para ella a la que siempre le había gustado el viejo mundo, especialmente Italia y España.

Todos estos años desde que emigré a los EEUU hasta que compramos una casa en Andalucía he venido a España más o menos regularmente a pasar unos días de vacaciones especialmente en los últimos años después de haber decidido comprar algo aquí. Como ya he dicho al principio de esta narración soy español, pero casi treinta años viviendo en otro país me han dado una perspectiva diferente de muchas cosas, además de que a pesar de haber regresado a España en muchas ocasiones no había entonces tenido que enfrentarme a muchísimas cosas que he tenido que resolver, es muy diferente ir a un país de visita y vivir en él.
Diría yo que la España de mi juventud y más aún de mi niñez, era un país en el que en comparación con otros faltaban muchas cosas. No teníamos un sistema parlamentario pero no existía prácticamente la represión. En ningún momento puedo decir que Madrid o Barcelona en los años sesenta y muchísimo menos en los setenta eran ciudades con un nivel de desarrollo o vida en general muy inferior a la mayoría de las capitales europeas. Realmente y muy al contrario de lo que nunca pude pensar, España comenzó a deteriorarse inmediatamente después de la muerte de Franco, tal vez cuatro, cinco o seis años después, pero no más. No creo que fuese en absoluto una coincidencia que España comenzara a cambiar en una dirección, que claramente se ha visto con el tiempo lo mala que era, con la llegada a la presidencia del gobierno de Felipe Gonzalez, "sangre nueva" que no hizo más que ensuciar la recién nacida "democracia" con la peor corrupción política conocida en años y una dirección "progresista y liberal" principio de lo que luego hemos podido ver.
La primera y terriblemente lamentable equivocación la cometió Adolfo Suarez, un hombre bien intencionado pero ingenuo y con muy poca capacidad política, apoyar un sistema suicida para España, las autonomías, ese y no otro fue el principio del fin. Una cosa era un estado de derecho y democrático y otra cosa era una monarquía impuesta, forzada, obsoleta e inútil sustentada por unos reinos de taifas que se crearon para justificar la autonomías "históricas" (hoy día histéricas), que apoyan directa o indirectamente el terrorismo y el secesionismo. 
Con el "baile" organizado por los poderes en España la población comenzó a volverse idiota, todo era posible. Y sí, eso era lo que estaba pasando, venga partidos políticos, diputados, parlamentos autonómicos, en este río hay mucho que ganar y tú, españolito de a pié puedes engancharte al carro si eres listo o tienes amiguetes, aquí hay para todos. El pueblo se lo tragó todo, ¿como no? Era el pueblo idóneo para ello. La primera burbuja inmobiliaria coincide con el ingreso de España en el mercado común europeo, la segunda en el 1997. Si el primer ataque de imbecilidad colectiva, de una país que ya tenía fama e historia de ser un país de imbéciles, se produjo más o menos entre 1980 y 1984 el segundo y extremadamente agudo se produjo entre 1997 y 2001. Muchos españoles pensaban entonces seriamente que España estaba al mismo nivel socioeconómico que Francia o incluso Inglaterra y cosas parecidas. Cuando la burbuja revienta en el 2008 no se lo creen y siguen en las nubes. Han sido demasiados años de vivir en el país de las maravillas que cuatro generaciones de políticos corruptos inventaron para un pueblo de borregos para que ese pueblo propenso a la imbecilidad y a repetir hasta la saciedad los errores pasados reaccione. El asunto, lo increíble es que el ataque de idiotez continúa, no han entendido nada y la prueba es que no cambian ni un ápice su manera de actuar. Lo que ya se anunciaba hace más de treinta años en Cataluña es ahora una realidad, han llegado al colmo de el español que es tan imbécil tan imbécil que piensa que es europeo. Claro que Europa con sus fantasías "euróticas" y sus estúpidos derechos humanos ha y está contribuyendo al desastre español y a la eventual desintegración de la ficticia Unión Europea. 
Desde que regresé a España, mejor dicho, desde que compramos la casa hemos pasado por las experiencias más increíbles que puedan ser contadas. De lo primero que nos pudimos dar cuenta es que esto no es Europa, o si lo es es la misma "Europa" que era hace cuarenta o cincuenta años, lo que si se ha puesto a nivel europeo son los precios. En España no solo sigue sin haber esto y lo otro, sigue, si lo encuentras, costando dos o tres veces más que fuera de España, me refiero a cosas tan básicas como un estéreo, una lámpara, un sofá o una camisa. Menos el vino barato y la cerveza en España todo es un lujo, la electricidad cuesta ¡el doble! que en EEUU y una lata de buena pintura para paredes el triple. 
Hace cuarenta años España no era un país tercermundista pero era un país subdesarrollado pero se mismo subdesarrollo ofrecía soluciones, podías sin ser rico mandarte hacer las camisas a medida en una tienda de lujo, tener criada y si bien muchas casas no tenían calefacción te apañabas con el butano, energía que cualquiera podía pagar. La gente sabía su oficio, eran competentes, los alquileres bajos, había trabajo y, lo que es muy importante, la gente sabía cual era su sitio, quienes eran y quienes no eran, a pesar de la obsesión española por aparentar. Hoy día, y desde ya hace muchos años el español se cree que no tiene que trabajar, que la paga doble y las vacaciones son un derecho, que el trabajo (mal hecho) es un derecho, se cree que "todos somos iguales" y enseñan a los niños a tratar a los adultos de tu por tu, (vivimos en una democracia) pero el nivel escolar es de los peores en Europa. En muchos comercios, especialmente supermercados te tratan a patadas o por lo menos sin ninguna deferencia o respeto. Para alguien acostumbrado a vivir en EEUU eso es absolutamente intolerable o por lo menos totalmente inaceptable. No hay pueblo menos competitivo, ineficiente, falto de ética profesional y menos fiable que en lo que se han convertido esta gente.
En 2013 todavía en España la venta por internet está a años luz de otros países europeos y no digamos de EEUU, en muchas webs no aceptan otro pago que ¡depositar previa y directamente la totalidad del pago en la cuenta bancaria del comerciante! eso en un país de chorizos es un riesgo extraordinario y si aceptan tarjetas de crédito es rarísimo que acepten American Express. No voy a aburrir al lector con las docenas de incidentes y problemas que hemos tenido, con las veces que hemos tenido que repetir o cambiar algo en el arreglo de nuestra casa y pagar dos o tres veces por lo mismo etc., solo voy a decir lo que nos pasó con una de las primeras empresas españolas, El Corte Inglés. 
Como vivimos en una población apartada decidimos comprar un ventilador de techo en la web de El Corte Inglés ya que donde vivimos no saben ni lo que es. La página web es perfectamente profesional y todo pareció funcionar bien. Nos mandaron confirmación de la compra por correo electrónico, pasaron los días y nos llamaron por teléfono para preguntarnos si estábamos contentos con el producto y darnos las gracias por haberlo comprado, les dijimos que nunca recibimos el producto, esto sucedió cuatro veces más, pasó un mes, jamás recibimos el ventilador. Como esto miles de cosas, las empresas que fuera de España funcionan en España no funcionan igual, por ejemplo IKEA que en España no solo no dispone de venta en el internet sino que como la mayoría de empresas españolas el teléfono de contacto que tiene es un 902 y ¡hay que pagar para hablar con ellos! Eso es algo impensable en EEUU donde te dan todas las facilidades para que compres. Los españoles piensan que te hacen un favor vendiéndote lo que necesitas y solo te tratan bien cuando están intentando estafarte.
Ahora, como siempre la culpa de todo la tienen los políticos, antes era Franco, ahora son "los políticos".
¿Son también "los políticos" responsables de que un pueblo acomplejado que se niega a si mismo esté saturado de marcas comerciales, nombres de negocios y establecimientos (españoles) y toda suerte de mensajes en camisetas en inglés? Me parece muy chocante ver a una persona por la calle con una camiseta con una frase en un idioma que no entiende o con una bandera americana cuando por otro lado la mayoría de los españoles piensan que los EEUU son una lacra y los tiranos del mundo. Eso me parece de idiotas como toda la publicidad en televisión y otros medios con cancioncitas o, ¡hasta frases! en inglés que nadie entiende, ¿es esa la manera que los españoles tienen de ser parte del primer mundo? ¡patético!
Los catalanes tienen una cadena de bocadillos que se llama "Pans & Company", "pans' en catalán panes y "company" en inglés compañía porque en catalán no existe la palabra y por supuesto no lo querían poner en castellano; con lo que no contaron es que "Pans & Company" quiere decir cazuelas y compañía... . Pero aquí no termina la cosa, el absurdo y lo totalmente increíble es que el gobierno consiente que en el califato de Catalunya el califa Hisham Ibn Al Mas o Menos prohibe el uso de la lengua de todos los españoles, el castellano, en los nombres de los negocios y establecimientos, así que "Panadería italiana" debe aparecer como "Forn de pa italià", ahora si el nombre del negocio es en inglés no hay problema.
Vuelvo a repetir que soy español, nunca llegué a ser cubano puesto que solo viví en ese país escasamente los tres primeros años de mi vida y otro más entre los cinco y los seis de edad,  y que nunca me "convertiré" en americano, pero digo que no conozco gente más cretina, ridícula y patética que los españoles de hoy.

Primero me quedé sin Cataluña, sin Barcelona, ahora me he quedado sin España. Pero sin España nos hemos quedado todos los Españoles, entre todos la hemos convertido en esto, entre todos nos hemos convertido en lo que somos. La crisis económica, las amenazas de secesión de Cataluña, los problemas con los vascos, la corrupción etc. son los síntomas de una enfermedad incurable, el retraso mental, la locura, el sueño de la razón que tan bien plasmó Goya en uno de sus geniales grabados.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario